La revolución de agosto de 1904 nació como un movimiento popular pero el control liberal se pudrió en feudos seccionaleros, golpes militares y la guerra civil. La inestabilidad política era tan extrema en la era liberal a tal punto que hubo veintiún gobiernos en un periodo de treinta y seis años. Desde 1904 hasta 1922, el Paraguay tuvo quince presidentes, todos del mismo partido: el Liberal.
Los liberales para desquiciar al ejército del control partidario fundaron la Escuela Militar e instituyeron la Ley de Organización Administrativa para emprolijar la administración nacional. El adalid de tales reformas fue el futuro presidente Gondra.
Pese a una cierta mejoría económica, el país no sabía aún como convivir en democracia lo cual era inevitable que se desataran pasiones políticas a raíz de no poder adecuar los ideales proclamados a la realidad heredada. Los desequilibrios propios de toda época revolucionaria favorecieron la hipertrofia de las dos mayores reivindicaciones del partido liberal: el individualismo como motor de la sociedad política en vez del gregarismo tradicional y la autocrítica como factor del proceso democrático en vez del caudillismo. La exageración de esos dos factores llevó a la anarquía. A fines de 1905 declaran cesante al presidente Gaona y llevan al gobierno al general Benigno Ferreira en 1906.
Con todo, la situación andaba bien para el lado de los números: el comercio, las industrias y la producción iban con viento en popa. Se exportaba más a Europa y se llegó a un acuerdo para empalmar el ferrocarril nacional con el argentino para tener acceso a Buenos Aires lo cual se concretó pocos años después. Todo ese progreso no evitó la caída de Ferreira en 1908 en manos del nuevo hombre fuerte, el coronel Albino Jara.
Los colorados extrañando el poder, hicieron un pacto con Ferreira en Buenos Aires, Argentina. Mas fue reprimida una revuelta colorada en Laureles en 1909 haciendo a Jara aún más fuerte en su posición política. Gondra fue presidente en 1910 pero propalaba un dialogo con la oposición lo cual no gustó al coronel intransigente quien se ocupó de derrocarlo al año siguiente para elegirse a sí mismo como presidente ante un congreso temeroso.
1911, el año del Centenario de la Independencia patria, sorprendió a los paraguayos en plena anarquía. Hubo apenas margen para un sentido homenaje: "Canto Secular" pieza clásica de las letras paraguayas compuesta por Eloy Fariña Núñez.
Tan despótico que se manejó Jara desde el poder hizo que sus propios partidarios lo pusieran fuera de la puerta mayor del palacio de López. Lo sucedieron tres presidentes efímeros dándonos a entender lo turbulenta que fue esa época que se acabó con la muerte de Albino Jara tras el combate de Paraguari el 11 de mayo de 1912 abriendo así una puerta del para uno de los presidentes paraguayos más reputados: Eduardo Schaerer.
Con Schaerer quien se convertiría en el primer presidente en completar su mandato desde Egusquiza, se estableció un gobierno enérgico y la paz pública haciendo que las escuadrillas argentina y brasileña se marchen de las aguas nacionales. La Primera Guerra Mundial ocasionó mayores exportaciones paraguayas aumentando así el rendimiento ganadero con la creación de los primeros frigoríficos.
Lo sucedió en la presidencia Manuel Franco quien siguió el patrón austero en el orden financiero. Sobresalió al promulgar una ley electoral permitiendo el voto secreto y el registro permanente haciendo que los colorados puedan volver al congreso nacional sin necesidad de pactos. Muerto repentinamente en 1919, su vice, José P. Montero, debió afrontar la crisis desatada desde la Europa de posguerra que hizo cerrar frigoríficos y varias instituciones bancarias.
La calma política se quebró cuando los liberales radicales se escindieron en facciones partidarias de Schaerer y de Gondra cuando éste último se sentó en el sillón de Don Carlos López. El desencuentro empezó con la negativa de la juventud del partido liberal a acatar la jefatura de Schaerer plegándose a Gondra. Schaerer acusó a Guggiani, ministro de interior de incidentar a la juventud en su contra y exigió su renuncia. Gondra renunció a la presidencia el 29 de octubre de 1921 pese a que el congreso la había rechazado. Insistió el renunciante esta vez explicando que el ejército no demostraba mucha lealtad hacia su investidura presidencial.
Ambas facciones se pusieron en acuerdo en delegar el poder a Eusebio Ayala mas no tardaron en estallar los primeros combates. En mayo de 1922, Adolfo Chirife, pintoresco coronel con marcada influencia prusiana favorable a Eduardo Schaerer se alzó en armas con el apoyo del partido colorado empezando una guerra civil larga que no acabó hasta la muerte del caudillo militar por una neumonía en plena campaña a mediados de 1923.
Gondra sonrió ante la oportuna muerte de Chirife y aún más sonrió cuando Eligio Ayala asumió el poder. El auge de la industria algodonera y la reapertura de los frigoríficos ayudaron muchísimo a cicatrizar las heridas de la guerra civil y a la vez hizo subir el prestigio del mando de Eligio Ayala quien inició políticas de austeridad administrativa y de estabilidad financiera. Hubo por primera vez un superávit presupuestal y ese excedente se volcó en la compra de armamento y enviando a jefes militares (incluyendo a Arturo Bray y Estigarribia) a Europa para perfeccionamiento de sus conocimientos militares previniendo sagazmente el futuro ya que en esos tiempos, Bolivia realizó penetraciones sistemáticas sobre el Chaco paraguayo aprovechando la guerra civil del 1922-23.
Eligio Ayala dio gran libertad política: los "schaeristas" y los "gondristas" se juntaron nominalmente para usar el viejo nombre del partido liberal haciendo que el presidente pueda gobernar sus cuatro años sin estado de sitio. Además invitó a los colorados a renunciar a su exilio abstencionista mediante una ley electoral. El antiguo partido del general B. Caballero retornó finalmente por decisión propia en las elecciones parlamentarias de 1927 y las presidenciales de 1928. En estas últimas salió vencedor José P. Guggiani conocido propulsador de la pacificación y democratización del Paraguay.
Los años de la presidencia de Guggiani fueron de estabilidad política y económica: respeto de la ley, libertad de trabajo, celosa administración de la hacienda pública, moneda estable, convivencia armónica entre el capital y el trabajo, paz política emergente del acuerdo institucional de los dos partidos tradicionales, libertad de prensa, comicios irreprochables, oposición parlamentaria seria y tribunales independientes.
La crisis mundial de 1929 salpicó el país pero sin afectarlo mucho. Pero lo que si lo afectó fue la oleada de las revoluciones en casi todos los países latinoamericanos; la política local sintió la influencia de la "moda" totalitaria tendiente hacia la derecha.
Las políticas liberales de "laissez-faire" permitieron a un puñado de hacendados ejercer un mando casi feudal en el campo, mientras los campesinos no poseían tierra alguna en propiedad y los intereses extranjeros manipularon las fortunas económicas de Paraguay. Los liberales como los colorados eran una profundamente fraccionalizada oligarquía política. Las condiciones sociales, siempre marginales en el Paraguay, se agravaron feamente durante la Gran Depresión de los años treinta. El país visiblemente necesitaba urgentes reformas sobre condiciones laborales, servicios públicos y educación. Así se fijó el escenario para una reacción nacionalista anti-liberal que cambiaría bruscamente la dirección de la historia paraguaya.
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