1998 - 2003 Elecciones Presidenciales: Cubas Presidente
Preso Oviedo, le sucede como candidato por el partido colorado, por orden de prelación; el Ingeniero Raúl Cubas Grau. Un miembro más del círculo áulico de las macroempresas surgidas de Itaipú, y con fuertes lazos y afinidades con el mismo entorno de Wasmosy. Surgía así una tremenda preocupación. Si Wasmosy desatendió absolutamente la gestión gubernamental en pos de intereses propios, este último, presentaba una imagen demasiado similar a él, y con la apreciación futura de un obvio continuismo.
Esto era latente en los sectores y electores selectivos y críticos, que lamentablemente son absoluta minoría en el país. El candidato a vicepresidente que lo acompañaba era el doctor Luis María Argaña, dado por el orden sucesorio en las internas para candidato a presidente. Argaña, era uno de los más genuinos y fieles representantes del stronismo, resistido por un sector también importante del partido. Con un discurso excluyente, retrógrado, ofensivo, casi cavernario, no obtuvo otra cosa que un gran rechazo de la ciudadanía urbana; pero así también, lograba un importante acercamiento de una gran masa electoral, apelando al fanatismo ciego de un gran espectro de la población no urbana, familiarizado a las posturas polarizadas y excluyentes que creían ver en él, la vuelta de tiempos mejores (cuando el derroche de dinero de los grandes préstamos internacionales). Así, algunas de sus expresiones eran: "Aún si el candidato del partido sea el Pato Donald, los colorados lo tenemos que votar", "A esos que no comulgan (con las directivas) con el partido, serán echados a patadas", "Aún el peor de los colorados, es mejor que el mejor de los opositores", "Siempre habrá un 13 de enero" (fecha de la conspiración para la revuelta que alzó al poder al partido colorado en los años 40).
Pero lo concreto es que la oposición, que a pesar de una amplia alianza electoral de casi todos los representantes de la oposición, no logra aglutinar a una suficiente masa electoral ni interesar a la sociedad. Muchos errores surgieron a la propuesta de la oposición. Un bajo perfil popular, con una ausencia total de capacidad analítica del electorado, vaciado de capacidad selectiva bajo el gobierno stronista; se planteó erróneamente la lucha, y perdió estrepitosamente. En las elecciones del 10 de mayo de 1998, este electorado optó por el resquebrajado partido colorado, desmembrado en 3 fracciones antagónicas, dándole 54% de sus votos. Era claro. El pueblo no elegía. VOTABA. Sin juicio, sin razón valedera, este le dio la confianza al partido de gobierno, mediante los votos cautivos, (empleados públicos) más el extraordinario peso electoral en el interior del país, ajenos a los vaivenes políticos de la capital, por falta de medios de comunicación eficaces.
Mientras, el país se hundía inmisericorde hacia el despeñadero. La pregunta que surgía era: ¿Porqué votaron nuevamente a este partido? El latrocinio de los bienes estatales, el robo inconmensurable, y todo lo demás. No hay conciencia era la explicación. Tampoco la oposición hizo mucho por cambiar el rumbo de esta historia. La poco atractiva y hasta poco confiable figura del candidato opositor, doctor Domingo Isabelino Laino Figueredo, desgastado, resistido y repelido por grandes sectores del electorado, vio perder estrepitosamente sus aspiraciones, sin capacidad receptiva y sin convicción.
Una muestra más del tremendo daño a la sociedad paraguaya del régimen stronista es, que en la actualidad no existen políticos de abierta raigambre popular, sobre todo en el sector opositor. La oposición está pagando caro aún el medio siglo de persecución, muerte y exilio. Aquellos opositores que se mantuvieron enfrentados al régimen, dentro de los confines de la república, e incluso en el exterior, y que pudieron soportar tantos años de autoritarismo, fueron aquellos que pudieron solventarse económicamente en forma autónoma, a pesar de las persecuciones; o que pudieron autofinanciarse, manteniéndose alejados de los tentáculos del dictador que todo lo decidía, que todo lo manejaba. Es así, que en la actualidad, sorprende a la oposición, con figuras netamente de nivel intelectual y condición elevada, con personalidades que surgieron de las esferas más pudientes, con muy pocos lazos con las clases populares. No se pretende hacer una apreciación de tendencia izquierdista a estas afirmaciones, pero es evidente, que siendo Asunción, capital de la república, el único bastión de oposición que no pudo caer completa y absolutamente bajo la manipulación y alienación política e ideológica del régimen, de ella surgen estas figuras. Ese bolsón de inquietud y critica que fue la capital, mantenida mediante el exiguo pero lacerante (para la dictadura) flujo de información, y sitio de los pocos cotos de intelectuales, se mantuvo estoico a pesar de los zarpazos del dictador. Los dirigentes del interior, sin ningún respaldo o protección, sencillamente fueron exterminados o aniquilados por el régimen en los años más duros de persecución implacable.
Lo concreto de todas estas situaciones que se cernían sobre el país es, que el partido colorado entraba en una profunda crisis interna, y de fragmentación irresoluta entre los políticos ideológicos y los grupos corporativos que durante tantos años iban sometiendo cada vez más al partido. Con esta grave crisis, no podía proponer al país respuestas a las soluciones consensuadas o válidas. No se planteaban propuestas concretas y definidas. Sus principales exponentes se lanzaron a una delicada, interminable e irreconciliable lucha intestina con ningún viso de solución.
Los eternos grupos de intereses, resabios del stronismo, no podían crear soluciones concensuadas, debido a que sus mezquinos intereses iban en directa colisión entre sí. La dirigencia colorada doctrinaria era consciente de ello. El partido seguía oprimido, cautivo, usado y abusado en pos de fines antagónicos. Con un tremendo caudal electoral dúctil y maleable en el interior, era excesivamente pernicioso que estos grupos fácticos, dueños de una tremenda capacidad económica sigan cautivando a sus electores.
Así, son de Asunción la mayoría de las cabezas visibles de los partidos políticos, que, carecen del elemento primordial para conquistar al pueblo, el cual es el de una mayor afinidad a sus sentimientos, a sus gustos, a sus sueños, a sus costumbres. Por más que dispongan de buenas voluntades, no pueden deshacerse de esa pesada carga de soportar el hecho de estar ajenos a las realidades diarias de la vida en el interior de la república, que es donde realmente radica el verdadero peso electoral. Muchos de estos políticos, ni tienen idea de cómo es hablar en la lengua materna, vernácula del Paraguay, que es el guaraní. Muchos actuales exponentes del partido colorado, también sufren esta misma falta, pero en este caso, el motivo es bien distinto. Estos políticos, los doctrinarios, pertenecen a círculos poderosos de poder, y en la mayoría, son de cunas pertenecientes al entorno que mantuvo por tantos años a la dictadura, lo cual, los hizo también, divorciarse del pueblo. Pero, la ventaja del partido colorado, es el de la tremenda alienación a la cual está sumido su pueblo, el cual, a pesar de las libertades, no es capaz de despabilarse y levantar cabeza, y al fin de cuentas, es éste que seguía manteniendo en el poder a esta clase prebendaria, corrupta e inepta de dirigentes.
Esta situación se mantiene sencillamente por el fanatismo desmesurado e irracional del pueblo colorado, divido entre la ignorancia y los empleados públicos, que se cuentan por miles, otro bastión electoral importante, que con pequeños y míseros sueldos, amontonados en cientos de instituciones públicas, con beneficios insignificantes como una asistencia social o sanitaria básica, un puesto laboral en la administración pública o circunstancias similares, siguen prendidos a esta perversa concepción de vida cívica que se les impone. Y en el campo, aquella gente, ignorante de sus propias realidades, y con poca información acercada, de quienes tanto ya la han expoliado, explotado; usada, manipulada y maltratada, son al fin de cuentas, los mismos que luego los apuntalan en el poder. Es obvio que este punto es una de las más pesadas y terribles herencias de la dictadura insisto. La masa electoral campesina es arreada como bestias, denostando una notable incapacidad de análisis, crítica o apreciación de sus reales situaciones, y determinar bajo el influjo de quienes se encuentran en estas circunstancias.
Presidencia de Cubas:
Quiebre Institucional y Conflicto de Poderes. Magnicidio
Cubas asumió el 15 de agosto de 1998. Oviedo que realmente constituía el verdadero poder, fue liberado de su prisión, apenas Cubas asumió el cargo. A partir de allí, se colapsó el país. El Poder Judicial se explayó exigiendo al presidente cumplir con las sentencias emanadas de su seno. Este se negó a acatar, comprometiendo la misma vida institucional de la república. El Congreso, con una fracción importante del oficialismo en oposición a Cubas, aliados a la oposición, alegaron que se producía un quiebre institucional por la arbitraria determinación del Presidente, impulsaron un juicio político al mismo para destituirlo.
Oviedo, apeligrando su posición, teniendo únicamente a Cubas como protector, ya que en orden sucesorio, Argaña debía de reemplazarlo, y éste era su enemigo político irreconciliable, tomó las riendas del poder, apelando a todo tipo de procedimientos legales e ilegales, lícitos e ilícitos para cambiar la situación tanto suya como la del presidente. Lanzado a candidato a presidente del partido colorado, que debían desarrollarse en 1999, manipuló la mismísima Justicia Electoral, manipuló las esferas castrenses, promovió ataques a miembros de la Corte Suprema de Justicia, a miembros del parlamento, realizando atentados terroristas contra todo el espectro opositor que tenía contra suyo, y atacando a las mismas instituciones republicanas. Mediante el empleo de un discurso mesiánico, violento, amenazante y temerario; instigaba a sus partidarios a una revuelta popular, a una guerra civil, mediante el empleo estratégico de algunos medios de comunicación, plegados a sus intereses, planteando la renuncia del pleno de los miembros de la Corte Suprema de Justicia, y la disolución del Parlamento, los dos poderes que se enfrentaban al poder ejecutivo.
Toda esta escalada de violencia abiertamente instigada por el oviedismo (a través de su movimiento UNACE) desembocó en el asesinato del vicepresidente de la república, el doctor Argaña. Este magnicidio, indignó a la gran mayoría de la ciudadanía que en tiempos previos veía impávida como Oviedo y sus personeros pregonaban la violencia, con una célebre y triste frase: "Haremos correr ríos de sangre si no se acatan nuestras exigencias".
Oviedo, creyendo que a partir de la muerte de Argaña se desataría una revuelta popular incontrolable, maquiavélicamente maquinando una guerra civil; donde pretendía que; sucediendo ello, Cubas tendría la posibilidad de decretar el estado de excepción, disolviera el congreso, y negociación mediante, lograr su blanqueo judicial. Tamaño error, la ciudadanía estrechó filas ante tamaño atentado; y sin considerar posturas partidarias, exigieron al Congreso la destitución del presidente, juicio político mediante. Una multitud se congregó en las plazas del Congreso, conformados por jóvenes y ciudadanos todos, que ante la eventual disolución del congreso, o por posibles ataques a los edificios del mismo por partidarios del oviedismo, formaron una masa humana para defenderla. Era el 23 de marzo de 1999.
Imprimir capítulo 18.