La disputa del Paraguay con Bolivia sobre el Chaco, un tira-afloja que se había palpitado durante décadas, finalmente enterró al liberalismo aunque haya ganado la posterior guerra. Las guerras civiles y una pésima diplomacia habían descuidado el establecimiento de fronteras entre los dos países durante el siglo que siguió a la independencia. Aunque Paraguay poseía el Chaco desde tiempos inmemoriales, el país hizo poco y nada para desarrollar esa región. Aparte de las colonias de menonitas desparramadas y tribus indias nómadas, pocas personas lo habitaban. Los reclamos bolivianos sobre el Chaco recrudecieron después de que Bolivia perdiera su costa marítima en manos chilenas durante la Guerra del Pacífico de 1879-84. Sin vías de salida al mar, Bolivia quiso copar el Chaco y extender su dominio sobre el río Paraguay para establecer puertos. Además el potencial económico del Chaco interesó vivamente a los bolivianos. El petróleo fue descubierto allí por la Standard Oil Company en los años veinte y varios sospecharon que una inmensa cuenca petrolífera yacía en toda el área entera. Irónicamente las dos mayores víctimas de Sudamérica en guerras y anexiones en el siglo pasado estaban dispuestas en enfrentarse en otra guerra sangrienta, esta vez por un pedazo de desierto aparentemente desolado.

Mientras los paraguayos luchaban ocupados entre ellos durante la guerra civil de 1922-23, los bolivianos establecían sigilosamente una serie de fuertes en el Chaco reconocidamente en esa época como paraguayo (creación de fortines Guachalla y Ballivián a márgenes del río Pilcomayo). Además adquirían armamentos a Alemania y contrataban oficiales militares alemanes para entrenar y organizar sus fuerzas. En 1927 fue muerto el teniente paraguayo Adolfo Rojas Silva en un incidente sangriento en Fortín Sorpresa y hubo inmensa frustración en el Paraguay sumado a un estatismo liberal en 1928 cuando el ejército boliviano estableció un fuerte en el río Paraguay llamado Fortín Vanguardia. En diciembre de ese año, el mayor paraguayo (luego coronel) Rafael Franco tomó cartas por propia decisión, ordenó un ataque por sorpresa contra el fuerte y tuvo un éxito entero destruyéndolo. Los derrotados bolivianos respondieron rápidamente tomando dos fuertes paraguayos. Ambos lados ordenaron la movilización general pero el gobierno liberal no se sintió preparado para la guerra y aceptó humillantemente reconstruir el Fortín Vanguardia para los bolivianos. Los liberales también recibieron críticas en todos los tonos cuando dio de baja a Franco, devenido como héroe nacional, en el ejército. Bolivia pensó en iniciar ahí mismo la guerra en 1928 pero una severa advertencia chilena la hizo volver atrás en sus ínfulas bélicas.

Como los diplomáticos de Argentina, los Estados Unidos y la Liga de Naciones dirigieron infructuosas conversaciones de "conciliación", el entonces coronel José Félix Estigarribia, el comandante de ejército del Paraguay, ordenó a sus tropas a ponerse en acción contra las posiciones bolivianas lo antes posible en 1931. Entretanto, la agitación nacionalista fomentada por la Liga Independiente Nacional aumentó agriamente. Formado en 1928 por un grupo de intelectuales, la Liga buscó una nueva era en la vida nacional que daría testimonio de un gran renacimiento político y social. Sus partidarios defendían una "nueva democracia" que barrerá el país de intereses egoístas partidarios e intromisiones extranjeras varias. Una verdadera amalgama de diversos ideologías e intereses, la Liga reflejó un deseo popular genuino para el cambio social. Cuando las tropas del gobierno en octubre de 1931 dispararon contra una chusma de estudiantes apoyando a la Liga delante del Palacio de López, la administración liberal de presidente José Guggiari perdió la escasa credibilidad que poseía.





El mismo Guggiari tuvo la nobleza de solicitar su propio juicio político aceptando su responsabilidad en ese trágico hecho. La Legislatura lo rechazó y aceptó en cambio su renuncia. Gesto que jamás consideró imitar el ex presidente Cubas Grau casi setenta años después ante las siete muertes en la Plaza del Congreso. Los estudiantes y soldados de la corriente "Nuevo Paraguay" (que buscaba barrer los partidos políticos corruptos e introducir reformas nacionalistas y socialistas) vieron eso como el resultado de que el liberalismo estaba moralmente en quiebra.

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